Estados Unidos atraviesa una paradoja silenciosa: mientras el debate político endurece las restricciones migratorias, su sistema de salud depende cada vez más de más profesionales formados en el extranjero; precisamente la persona que atiende una emergencia o realiza un diagnóstico tiene una alta probabilidad de haber nacido fuera del país.  

Según el último Censo de Médicos de la Federación de Juntas Médicas Estatales (FSMB) y la Fundación Kaiser (KFF) publicado en agosto de 2025, el país cuenta con 1,077,115 profesionales de la salud, de ellos, 204,259 eran inmigrantes, lo que representa el 19 % del totales decir, casi uno de cada cuatro médicos es inmigrante o fue formado fuera del país.   

Lo que traduce este mismo censo, es que más de 20mil médicos en ejercicio nacieron fuera de EE. UU. Al respecto, muchos de ellos se desempeñan en medicina primaria, el primer nivel de atención donde se resuelven la mayoría de las necesidades básicas de salud: diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes, seguimiento continuo, prevención y coordinación con especialistas. Aunque es la columna vertebral del sistema, sigue siendo una de las áreas menos atractivas para los graduados estadounidenses.  

Es entonces cuando surgen varias preguntas que intentaré responder o ilustrar a lo largo de esta investigación. ¿Qué ocurriría si los flujos migratorios se frenan o si los procesos de licenciamiento se endurecen? ¿Qué estados quedarían más expuestos? ¿Y cómo se combina esta dependencia con los distintos niveles de acceso a salud para la población inmigrante, documentada e indocumentada?  

Pues bien, en este informe especial examina el papel del personal médico migrante, su distribución por estado, así como los riesgos de que podría enfrentar el sistema de salud estadounidense ante eventuales cambios en la política migratoria, como los que estamos viendo actualmente. Entremos entonces en materia.  

Los datos revelan una brecha profunda en la dependencia de médicos inmigrantes entre estados 

La presencia de profesionales de la salud inmigrantes en Estados Unidos no es uniforme; al analizar los datos que muestran su presencia nacional, se revela un país profundamente dividido entre estados que dependen de ellos para sostener su sistema y otros donde su participación sigue siendo marginal.   

Un análisis que elaboré cruzando datos del Censo Médico 2024 de la Federación de Juntas Médicas Estatales (FSMB) en conjunto con la Fundación Kaiser (KFF), citado inicialmente, y datos del Centro de Políticas Migratorias (MPI) muestra que la brecha es tan amplia que algunos estados concentran más del 30 de su fuerza laboral médica en profesionales nacidos en el extranjero, mientras otros apenas llegan al 2 %.  

Revisemos entonces los datos en la siguiente tabla: 

 

De entrada, el gráfico revela un país profundamente desigual en su dependencia de personal de la salud y médico inmigrante, ya que aunque en promedio a nivel nacional uno de cada cuatro trabajadores en Estados Unidos es inmigrante, su distribución varía enormemente según el estado, generando dos realidades opuestas: sistemas de salud que colapsarían sin la fuerza laboral inmigrante y otros donde su participación es mínima o marginal. 

Estados con alta dependencia son los grandes centros urbanos 

Estados como Nueva York con el 37%California con el 35%Nueva Jersey que alcanza un 32% y Florida con el 30%, encabezan la lista, allí los inmigrantes tienen una alta representación de toda la fuerza laboral en medicina. Otros estados con cifras elevadas, aunque menores, son Maryland con el 26 %, Massachusetts con el 24 %Nevada, que reporta 24 %; Connecticut, que alcanza un 23 %y Washington con el 21 %.   

Un bloque intermedio donde la dependencia es moderada 

Un grupo amplio de estados muestra tener una presencia que varía entre el 10 % y 19 % de personal médico inmigrante y en donde su aporte es clave para sostener el sector de la salud, entre ellos Illinois y Delaware, con el 18%, Rhode Island con el 17 %, Virginia que reporta 16 %, Georgia y Minnesota con un 14 %Oregón con un 12 %Colorado, Pensilvania y Nuevo México con el 11%. 

Los estados con mínima presencia de profesionales de la salud inmigrantes  

En el extremo opuesto se encuentran aquellos con porcentajes de inmigrantes por debajo del 5 %. Por ejemplo, Luisiana, Missouri y Arkansas, con el 4 %, seguido de Alabama, Montana, West Virginia, con el 3 %, y Mississippi con apenas el 2 %. Vale la pena destacar que muchos de estos estados también presentan algunos de los mayores déficits de médicos del país, si tomamos en cuenta los datos totales de médicos estimados.  

Estados pequeños que dependen de talento extranjero 

Alaska con 15%, Hawái con 26% y Dakota del Norte con 15% muestran porcentajes elevados a pesar de su tamaño poblacional, lo que revela una dinámica distinta a la del resto del país y es que la escasez histórica de personal lleva a estos estados a depender más de personal de la salud extranjero.  

Los diez estados que sostienen la columna vertebral médica inmigrante en EE. UU. 

 

Partiendo de la proyección realizada, la distribución del talento médico inmigrante en Estados Unidos revela que diez estados concentran la mayor proporción de médicos formados en el extranjero. California encabeza la lista con 41,185 profesionales inmigrantes, seguida de cerca por Nueva York, que reúne 36,451, consolidándose ambos como los principales destinos del talento médico internacional en el país. 

En tercer lugar, aparece Nueva Jersey, con 10,473, una cifra notable para un estado relativamente pequeño. Florida ocupa el cuarto puesto con 18,335, reflejando su creciente demanda de personal de salud impulsada por el aumento de población y el envejecimiento acelerado de sus residentes. 

Más abajo en el ranking se encuentran Hawaii (995) y Maryland (6,799), ambos con una elevada proporción de personal médico inmigrante en relación con su tamaño. Massachusetts (9,296) y Nevada (1,585) también muestran una fuerte presencia de profesionales formados fuera de EE. UU., mientras que Connecticut (3,864) ocupa el noveno lugar. 

Washington cierra el top 10 con 4,868, confirmando que en este estado la fuerza laboral médica internacional es un componente estructural del sistema de salud. 

En conjunto, estos diez estados reúnen más de 134,000 médicos inmigrantes, evidenciando que una parte sustancial de la capacidad médica del país depende de profesionales nacidos en el extranjero. 

Dónde coinciden y dónde no, los profesionales inmigrantes y las comunidades indocumentadas  

Realicé el cruce entre datos de cobertura y requisitos para acceso a servicios de salud para la población migrante indocumentada en EE. UU. tomado de la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA) y la población médica estimada, con base en el Censo de Médicos 2024 de la Federación de Juntas Médicas Estatales (FSMB) y esto fue lo que encontré:   

En estados con grandes concentraciones de población inmigrante como California, Texas, Florida y Nueva York, el número de médicos nacidos en el extranjero es alto, pero el nivel de acceso a la atención médica para indocumentados no siempre es proporcional.   

Por ejemplo, California y Nueva York, dos de los estados con mayor número de médicos inmigrantes en el país, ofrecen los niveles de acceso más amplios, con coberturas integrales y, en algunos casos, sin restricciones para emergencias, lo que refleja que ambos territorios se consolidan como los que más han institucionalizado políticas inclusivas.  

En contraste, estados que también dependen fuertemente de profesionales de la salud inmigrantes, como Florida con 18.335 o Texas con 13.928, mantienen uno de los niveles de acceso más bajos, limitando la cobertura prácticamente a emergencias, esto refleja un desbalance: mientras el sistema de salud estatal se sostiene en gran parte gracias a profesionales inmigrantes, la población indocumentada permanece relegada a servicios mínimos.  

Un segundo grupo de estados está compuesto por: Arizona, Illinois, Colorado, Oregón y Maryland, que muestran una combinación intermedia: cuentan con un número significativo de personal inmigrante y ofrecen coberturas parciales, principalmente de atención de emergencia, lo que les ubica en un nivel de acceso medio, en particular, Illinois y Oregón destacan por su capacidad de atraer profesionales internacionales y, al mismo tiempo, avanzar hacia sistemas de salud más inclusivos.  

En el extremo más restrictivo se ubican estados como Alabama, Mississippi, Tennessee, Kansas o Carolina del Sur, que registran tanto un bajo número de médicos inmigrantes como niveles de acceso bajos, es decir, estos territorios dependen menos de profesionales nacidos en el extranjero, pero también ofrecen muy pocas opciones de cobertura para la población indocumentada.  

En general, la tabla revela una relación directa entre los estados con políticas migratorias y de salud más integrales, que tienden a atraer más profesionales de la salud inmigrantes y a ofrecer mejores condiciones de acceso para la población indocumentadamientras, por el contrario, los estados más restrictivos no solo limitan el acceso a los servicios de salud, sino que también dependen menos del talento médico internacional.  

Esto en la práctica se traduce en que mientras algunos estados avanzan hacia modelos más inclusivos apoyados en médicos inmigrantes, otros mantienen políticas mínimas que profundizan desigualdades  

El rol invisible de las visas H-1B en la columna vertebral médica de EE. UU. 

Mientras la política migratoria en Estados Unidos se endurece y se discuten nuevas restricciones, un elemento clave permanece casi ausente del debate público: la enorme dependencia del sistema de salud del programa de visas H-1B, especialmente para sostener áreas donde la escasez de personal es ya estructural.  

Según la Asociación Americana de Hospitales (AHA) en el año fiscal 2024 se aprobaron cerca de 400,000 peticiones H-1B, de las cuales 16,937, es decir, el 4.2 % correspondieron a profesiones médicas y de salud: médicos, farmacéuticos, terapeutas y personal clínico especializado. Aunque puede parecer una proporción pequeña, en términos operativos significa que miles de hospitales, clínicas rurales y centros de atención primaria dependen de esos profesionales para mantenerse abiertos.  

A esto se suma que la Asociación Americana de Hospitales advierte que el 78 % del personal sanitario H-1B se encuentra en los niveles salariales I y II y solo el 2.3 % de los trabajadores de salud están en nivel IV. Adicionalmente, la reciente decisión del presidente Trump de imponer una tarifa anual de 100.000 dólares a cada nueva solicitud de visa H-1B complica aún más el panorama.   

Esta medida, que entró en vigor el 21 de septiembre, elevó de manera extraordinaria los costos para las empresas que buscan contratar talento extranjero altamente calificado, especialmente en sectores como la medicina.  

Esta situación ocurre en un país que ya enfrenta una crisis en su fuerza laboral del sector salud. Según la AHA, para 2037, EE. UU. proyecta una escasez de 187,130 médicos, con las zonas rurales como las más afectadas. En enfermería, el déficit nacional será del 6 %, y en áreas no metropolitanas alcanzará el 13 %.   

En síntesis, mientras Estados Unidos discute cómo restringir la inmigración, su sistema médicodesde los consultorios rurales hasta los hospitales académicosestá advirtiendo que sin médicos inmigrantes y sin acceso efectivo a visas H-1B, el país no podrá sostener su propia capacidad para brindar atención básica, mucho menos para responder a una emergencia nacional. 

¿De dónde vienen los profesionales de la salud inmigrantes?  

Aunque solemos hablar de “médicos inmigrantes” como un grupo homogéneo, en realidad representan multiculturalidad; provienen de muchas partes del mundo lo que lo hace muy diverso. El más reciente Censo de Médicos de la Federación de Juntas Médicas Estatales (FSMB) señala que hay cinco regiones que destacan: Caribe con 23 %, India con 21 %, Pakistán con 6% y México con el 4%.  

El Caribe se ha convertido en la región que más médicos aporta al sistema de salud estadounidenseIndia y Pakistán son dos de las mayores fuentes de talento médico extranjero y México también mantienen una presencia constante, especialmente en hospitales y clínicas que necesitan profesionales bilingües o dispuestos a trabajar en zonas con escasez de médicos. 

Un sistema de salud que no podría sostenerse sin el apoyo de inmigrantes  

La fotografía completa que dejan los datos es contundente: Estados Unidos no podría sostener su sistema de salud sin los inmigrantes, pues representan casi una cuarta parte de todo el personal médico del país, sostienen áreas críticas como medicina primaria y llenan vacíos en estados con severas escaseces.   

Pero esta dependencia convive con una paradoja: mientras el país utiliza cada vez más talento médico extranjero, sus políticas migratorias se vuelven más restrictivas. Desde el endurecimiento de la visa H-1B, hasta la falta de mecanismos de licenciamiento más ágiles, el sistema de salud se mantiene gracias a profesionales a los que, al mismo tiempo, se les dificulta entrar, trabajar o permanecer en el país.  

Los estados que más dependen de médicos inmigrantes suelen ser también los que mejor integran a la población indocumentada en sus sistemas de salud; en contraste, los estados más restrictivos ofrecen menos acceso y cuentan con menos personal médico, profundizando brechas ya existentes.  

En un país que proyecta una escasez de más de 187 mil médicos para 2037, frenar o limitar el flujo de talento médico internacional no es solo una cuestión migratoria, es sin duda una amenaza directa a la capacidad de Estados Unidos para atender a su propia población y es que el debate político avanza en una dirección, mientras la realidad del sistema sanitario pide a gritos lo contrario.