Fentanilo: el fantasma que criminaliza a los inmigrantes en Estados Unidos.
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Estados Unidos enfrenta una guerra implacable contra el fentanilo ilegal, pues se ha convertido en el principal causante de las muertes por sobredosis dentro de la crisis de opioides. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades CDC, durante 2023, cerca de 73.000 muertes por sobredosis involucraron opioides sintéticos (principalmente fentanilo fabricado ilegalmente), lo que representa alrededor del 69 % de todas las muertes por sobredosis de drogas sintéticas distintas de la metadona. (https://www.cdc.gov/overdose-prevention/about/fentanyl.html)
Múltiples estudios han encontrado que el suministro ilícito de fentanilo opera a través de una compleja cadena transnacional, pues al parecer gran parte de sus ingredientes provienen de China y luego es procesado en México para su distribución en EE. UU. (https://www.cfr.org/backgrounder/fentanyl-and-us-opioid-epidemic)
Diversas investigaciones y datos oficiales coinciden en que el fentanilo como fenómeno está mayormente vinculado a redes criminales y rutas comerciales en las que estarían inmersos numerosos ciudadanos norteamericanos, y no hay evidencia que respalde la tesis de que los inmigrantes que cruzan irregularmente las fronteras son la fuente principal.
¿Qué es el fentanilo?
El fentanilo es un potente opioide sintético que puede usarse para tratar el dolor intenso o en algunas cirugías. La mayoría de los daños y sobredosis relacionados con este fármaco tienen sus raíces en el fentanilo de fabricación ilegal.
Existen dos tipos: el fentanilo farmacéutico y el fentanilo de fabricación ilegal. Ambos son opioides sintéticos (de laboratorio). El primero se utiliza para cirugías o para tratar el dolor intenso, generalmente el causado por el cáncer. El segundo, por parte, se encuentra comúnmente en polvo o comprimido en pastillas falsificadas y se puede fumar, inhalar, inyectar o ingerir. Las drogas mezcladas con fentanilo son extremadamente peligrosas y muchas personas podrían desconocer que sus medicamentos lo contienen.
Narrativas cruzadas: seguridad fronteriza y tráfico de fentanilo
Desde 2016, la narrativa sobre el fentanilo se ha convertido en una herramienta política. Candidatos de ambos partidos han usado el tema para exigir muros, deportaciones y leyes más severas. En el segundo mandato de Donald Trump, esa retórica se ha intensificado: los migrantes ya no solo “quitan empleos”, ahora “traen fentanilo”. La frase, repetida en mítines y debates, refuerza un marco de culpabilidad colectiva que invisibiliza datos y realidades.
Y si bien es cierto que Trump no los culpa directamente de la problemática, si da a entender que “las fronteras abiertas inundaron Estados Unidos con esta droga y con personas que no deberían estar en el país”, haciendo lo que se podría considerar una mención explícita a los millones de inmigrantes que llegaron, especialmente durante la administración Biden.
Diversos estudios, como el del Cato Institute, demuestran que el 90 % de las incautaciones de fentanilo en la frontera sur ocurre en puertos de entrada oficiales, y que más del 85 % de los implicados son ciudadanos estadounidenses, no migrantes indocumentados. Sin embargo, la asociación entre “droga” e “inmigrante” se ha vuelto un reflejo cultural alimentado por discursos mediáticos que priorizan el miedo sobre la evidencia.
El resultado: comunidades inmigrantes estigmatizadas, aumento de redadas y vigilancia, y una narrativa pública que justifica medidas restrictivas bajo la bandera de la seguridad nacional.
Esta disonancia entre datos y narrativa revela un fenómeno más profundo: el uso del miedo como herramienta de polarización. Vincular a los inmigrantes con el fentanilo refuerza una sensación de amenaza permanente, útil para justificar presupuestos, muros y políticas de contención
Pero, ¿las investigaciones respaldan el discurso?
Diversos estudios que conocimos como el del Consejo Americano de Inmigración, concluyen que la mayoría de las incautaciones ocurren en los puertos de entrada donde los ciudadanos estadounidenses son los principales involucrados en el contrabando.
Según este centro de investigación la mayor parte del contrabando de fentanilo proviene de personas que pueden ingresar legalmente a Estados Unidos, ya que logran evadir la detección camuflándose como viajeros normales que entran o reingresan al país. No es casualidad entonces que las organizaciones criminales transnacionales busquen reclutar a ciudadanos estadounidenses, toda vez que están expuestos a menores controles al entrar.
Datos obtenidos por el Consejo Americano de Inmigración, a través de la Ley de Libertad de Información (FOIA), confirman que la mayoría de las personas arrestadas por contrabando de fentanilo a Estados Unidos en los puertos de entrada de la frontera sur son ciudadanos estadounidenses. En total, el 81.2% de todas las incautaciones a lo largo de la frontera suroeste (en oficinas de Campo como San Diego, Tucson, El Paso y Laredo) entre los años fiscales 2019 y hasta junio de 2024 fueron a ciudadanos estadounidenses, superando las 3 mil personas. Mientras que, según las cifras disponibles se podría deducir que el número de ciudadanos mexicanos estaría en alrededor de 748. (https://www.americanimmigrationcouncil.org/fact-sheet/fentanyl-smuggling/)
Al revisar las estadísticas, queda claro que la mayor fracción de personas capturadas traficando fentanilo en los puertos de entrada a Estados Unidos ha estado liderada por ciudadanos norteamericanos. Por ejemplo, para 2021 año en el que se presentaron más capturas, 850 personas, aproximadamente, eran de nacionalidad estadounidense, mientras que solo unos 100 eran mexicanos y otros 10 de nacionalidad desconocida.
Si analizamos el año 2024, 300 personas eran ciudadanos norteamericanos aproximadamente, 50 mexicanos y unos 5 de otra nacionalidad.
Incluso agencias como la DEA han concluido en diversos informes que la mayor parte del fentanilo que llega a EE. UU. está controlada por organizaciones criminales transnacionales. En su estudio más reciente (2025) la DEA afirma que “La evidencia oficial y académica muestra que el aumento de muertes por fentanilo y la circulación de fentanilo en EE. UU. están impulsados principalmente por redes delictivas (carteles y distribuidores domésticos), no por flujos migratorios regulares. (https://www.dea.gov/sites/default/files/2025-07/2025NationalDrugThreatAssessment.pdf)
Pero no son las únicas investigaciones que revelan que los ciudadanos estadounidenses son los principales sentenciados por traficar fentanilo. Un estudio de la Comisión de Sentencias de Estados Unidos realizado en 2023 encontró que el 86.4% de las personas sentenciadas por este tipo de tráfico eran ciudadanos de los Estados Unidos. (https://www.ussc.gov/sites/default/files/pdf/research-and-publications/quick-facts/Fentanyl_FY23.pdf)
Dicho informe revela además los 6 principales distritos por delitos de tráfico de fentanilo: Distrito Sur de California (229), Distrito de Arizona (177), Distrito Oeste de Texas (128), Distrito Sur de Nueva York (94), Distrito de Massachusetts (90) y Distrito Este de Missouri (90).
Migrar y ser culpable: el nuevo rostro de la criminalización
En el debate público estadounidense, la figura del inmigrante se ha convertido en un contenedor de miedos nacionales. La crisis del fentanilo ha servido para reforzar esa imagen del extranjero como amenaza. Y es que aunque las propias estadísticas del Departamento de Justicia muestran que la mayoría de los casos de tráfico involucran a ciudadanos estadounidenses, en diferentes contextos se sigue repitiendo, sin evidencia, que los inmigrantes son los responsables del ingreso de la droga al país. Este vínculo entre migración y delito no solo es falso, sino profundamente funcional: desvía la atención del sistema de salud y coloca la culpa en quienes menos poder tienen para defenderse.
Las consecuencias de esta narrativa son visibles en los controles fronterizos, las detenciones y el trato cotidiano hacia comunidades latinas. En ciudades del sur y del medio oeste, trabajadores agrícolas, repartidores y solicitantes de asilo son sometidos a revisiones y registros con el pretexto de la “lucha contra el fentanilo”.
Además, la criminalización asociada al fentanilo tiene un efecto silencioso pero devastador: inhibe la denuncia y el acceso a servicios de salud. Muchos inmigrantes indocumentados evitan buscar atención médica o reportar emergencias por miedo a ser detenidos o deportados. Esa desconfianza institucional agrava el problema que supuestamente se intenta combatir. En nombre de la seguridad, se crea un entorno de miedo que fortalece las mismas redes ilegales que el discurso político promete desmantelar.
¿Qué generación lidera el contrabando de fentanilo?
Según la información revelada por el Consejo Americano de Inmigración, durante 2019 y junio de 2024, 3.033 ciudadanos estadounidenses fueron arrestados por contrabando de fentanilo. Los datos disponibles que analizamos indican que la mayoría son jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 20 y 31 años. Mientras tanto, la edad promedio de los ciudadanos estadounidenses arrestados entre este periodo por intentar contrabandear fentanilo fue de 30 años.
Por su parte, los menores de 16 años acumularon en este periodo cerca de 40 capturas, los de 17 años un promedio de 60 aprehensiones y los ciudadanos estadounidenses de 65 años o más sumaron casi 60 arrestos.
Los datos que revelan estas estadísticas coinciden con las cifras de la Comisión de Sentencias de EE. UU., que informa sobre el estatus migratorio de las personas condenadas y sentenciadas en todo el país por tráfico de fentanilo. En total, durante el año fiscal 2023, el 86,4 % de los condenados por tráfico de fentanilo eran ciudadanos estadounidenses, y la edad promedio en el momento de la sentencia era de 34 años.
Aunque el estudio no detalla estadísticas sobre los ciudadanos mexicanos, algunas proyecciones podrían indicar que los arrestos de nacionales de este país tendrían una distribución similar, pues las redes criminales probablemente reclutan perfiles parecidos (jóvenes) para este tipo de tareas de alto riesgo.
¿Cómo ingresa el fentanilo?
Según este estudio la mayor parte del fentanilo que se introduce a través de la frontera Sur no entra adherido al cuerpo de los migrantes, que cruzan la frontera a pie (como se suele asegurar), sino en los vehículos y en los cuerpos de ciudadanos estadounidenses y otras personas que ingresan legalmente a Estados Unidos por los puertos de entrada terrestres.
Las cifras indican que cuatro de cada cinco personas detenidas por contrabandear fentanilo a Estados Unidos en la frontera Sur entre octubre de 2018 y junio de 2024 eran ciudadanos estadounidenses; los restantes en su mayoría eran personas con visa, tarjetas de cruce fronterizo y otro permiso para ingresar legalmente a Estados Unidos.
Pero a pesar de las evidencias, muchos estadounidenses siguen comprando la idea de que son los inmigrantes quienes traen la mayor cantidad de este fármaco a su país.
Los traficantes aprovechan los puertos de entrada por la cantidad de personas y vehículos que cruzan por allí. Por ejemplo, en un día promedio de marzo de 2025, pasaron la frontera 204.241 vehículos particulares con 361.764 pasajeros, también 104.926 peatones, 21.359 camiones con 37.456 contenedores de carga, 352 autobuses con 5.255 pasajeros y 31 trenes con 3.390 vagones.
Este estudio indica además que por más inversión en nuevas tecnologías que se ha hecho en los puertos de entrada, la mayoría de las personas que cruzan la frontera terrestre no son sometidas a controles exhaustivos, ya que esto acumularía el tráfico fronterizo y, retrasaría el tránsito eficiente de personas y mercancías.
Dichas conclusiones se sustentan de un análisis que el Consejo Americano de Inmigración hizo a cerca de 700 comunicados de prensa y publicaciones en redes sociales publicadas por la CBP entre enero de 2021 y marzo de 2024. Los datos disponibles, según los investigadores, permiten rastrear información que no se reporta en portales oficiales, como por ejemplo el lugar de la incautación y cómo se intentó introducir el fentanilo a Estados Unidos. (https://www.americanimmigrationcouncil.org/fact-sheet/fentanyl-smuggling/)
¿Inmigración o crimigración?
Todo este panorama ha transgredido una delgada línea que divide los límites de los procedimientos penales y migratorios. La criminalización de los inmigrantes es utilizada cada vez más para impulsar políticas de deportación masiva.
Como abogado de inmigración veo con preocupación que cada vez se hace más evidente una fusión entre el derecho penal y el derecho migratorio que ha evolucionado en nuevos términos y campos de estudio como la crimigración, terminología que describe la creciente tendencia de criminalizar a los inmigrantes fusionando leyes penales y de inmigración.
Incautaciones de fentanilo a través de los años
Las estadísticas disponibles nos permiten concluir que las incautaciones de fentanilo han ido incrementando de manera progresiva con el paso de los años a excepción del año fiscal 2025. Entre los años fiscales 2017 y 2020 se dio un aumento pausado al pasar de 2.500 libras a 4.000, sumando en total durante esos 4 años 12.100 libras. Para los años 2021 y 2024 las incautaciones se dispararon pasando de 12.000 libras a 22.000, sumando un gran total de 76.000 libras incautadas en esos 4 años.
Con corte a agosto de 2025, el gobierno ha incautado apenas 11.500 libras de fentanilo, es decir, tan solo un poco más de la mitad de lo que se logró en 2024. Esto podría indicar que cada vez son menos los traficantes que intentan ingresar este fármaco a Estados Unidos o que a pesar de los esfuerzos la partida la están ganando los criminales con nuevas estrategias.
¿Está logrando el gobierno Trump 2.0. reducir el tráfico de fentanilo en EE. UU.?
A pesar de que las agencias fronterizas estadounidenses han incrementado los operativos y se les ha dado mayor financiación, las cifras de incautaciones caen de manera alarmante, por ejemplo: durante el año fiscal 2023 fueron interceptadas según estadísticas de CBP, 27.000 libras de fentanilo, cifra que para 2024 bajó a 21.900 lbs y que en 2025 apenas llega a las 11.500 lbs. (https://www.cbp.gov/border-security/frontline-against-fentanyl)
Lo que se puede concluir de algunos datos disponibles de CBP es que este gobierno ha incautado menores cantidades de fentanilo que la anterior administración y que su lucha no se está reflejando precisamente en las libras decomisadas.
Si revisamos las libras totales de incautaciones de fentanilo entre los años 2023 y 2025, encontramos que el Gobierno Trump ha incautado un – 134.8 % con respecto al año fiscal 2023. Si el análisis se hace con el año inmediatamente anterior (2024), también podemos ver que la diferencia es de un – 90.4 %.
Al analizar las cifras específicamente entre los meses de febrero y agosto de los últimos 3 años encontramos que esta administración ha incautado un –191.4 % que los mismos meses de 2023. Si comparamos los mismos meses con 2024 el porcentaje también llega al –110.3 %. Y es que mientras en 2023 se llegaron a incautar en un solo mes hasta 2.900 libras de fentanilo y en 2024 hasta 2.800 durante el mes de julio, en 2025 el récord está en 1.400 libras para el mes de julio, los meses restantes superan en promedio solamente las 700 libras decomisadas.
¿Está logrando el gobierno Trump 2.0 reducir el tráfico de fentanilo en EE. UU. o solo restringir la migración?
A pesar de que las agencias fronterizas estadounidenses han incrementado los operativos y recibido mayores recursos, las cifras de incautaciones de fentanilo muestran una caída significativa. Durante el año fiscal 2023, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) reportó 27.000 libras de fentanilo incautadas; en 2024 la cifra bajó a 21.900 y en 2025 apenas llega a 11.500. (https://www.cbp.gov/border-security/frontline-against-fentanyl)
Algunos analistas han sugerido que esta disminución podría estar parcialmente relacionada con la reducción del flujo migratorio irregular tras el endurecimiento de las políticas fronterizas del gobierno Trump 2.0. Sin embargo, esa relación es más aparente que real: la mayoría de las incautaciones históricamente no se produce entre quienes cruzan de forma irregular, sino en los puertos de entrada legales, donde los principales involucrados son ciudadanos estadounidenses o personas con documentos migratorios válidos. En consecuencia, menos inmigrantes en la frontera no necesariamente significan menos fentanilo entrando al país.
Si se observan las cifras totales entre 2023 y 2025, el Gobierno Trump ha incautado un 134 % menos fentanilo que en 2023 y un 90 % menos respecto a 2024. Entre febrero y agosto de los últimos tres años, la reducción llega a 191 % comparado con 2023. Mientras en 2023 se interceptaron hasta 2.900 libras mensuales y 2.800 en 2024, en 2025 el récord apenas alcanza 1.400 libras en julio.
Los argumentos expuestos y las estadísticas analizadas nos muestran que el tráfico de fentanilo responde principalmente a dinámicas criminales y logísticas que poco tienen que ver con la movilidad humana. Tal vez seguir confundiendo la crisis de opioides con la gestión migratoria derivará en más desvío de recursos y esfuerzos, y a la vez una mayor discriminación hacia los no ciudadanos estadounidenses.
Mientras más se invierta en tecnología de detección, cooperación internacional y programas de salud pública, mayores serán las posibilidades de frenar la problemática del fentanilo. Seguir criminalizando a los migrantes pareciera no ser el camino para resolver la crisis.